19 de marzo de 2008

ayer & hoy

AYER
Siempre es grato tener entre nosotros a gente que, como dicen los colombianos, pensamos mucho. La reunión que resulta es simplemente una extensión del cariño que las personas logran activar tras su paso en nuestras vidas. Un simple correo es señal de fiesta, algo que una llamada concreta en hora y fecha.
El DDS está libre de turistas y trolos renegados. Eso sí, con la cuota tradicional de personajes dispares y esos barflies que nunca faltan. Nuestra mesa es la más ruidosa, la que congrega más gente, la de las chicas bonitas y la de gente que siempre sale sonriente en las fotos (bueno, algunos y algunas).
Las pláticas mutan de la escuela y el trabajo a los placeres (la literatura y el baile, esos ejercicios espirituales). Las bebidas van y vienen, la música que suena no interrumpe el flujo ni contamina con su ocasional bajón de ritmo las ganas de prolongar un potencial spring break extreme.
Y los amigos hablan de nuevos libros (sí, todavía estoy esperando tu libro dedicado), de talleres que quedan sin cabeza, de estudios abiertos y la infaltable carrilla tijuanera con video subido a youtube incluido. Algunos apuran los cigarrillos que el próximo mes tal vez no podrán fumar en lugares como este, otros se desesperan porque sus cervezas no llegan con la prontitud requerida, todos somos partícipes de esto que llaman celebración de vida continua.
Sylvia & Olivia, bienvenidas a TJ.


HOY
La espera en el día de pago sirve para que platiques acerca de esas cosas tan importantes en nuestra vida (la música, los amigos en común, el trabajar en algo que de verdad te gusta y satisface). Ese impassé es, entonces, cuestión de minutos.
Luego, una mini gira para visitar los cubículos de los amigos -parte de tu familia extendida- que trabajan contigo. Ver y opinar sobre los nuevos proyectos, entusiasmarte por ello, saber que siempre sucede algo y que aún algo tan rutinario puede llegar a ser divertido y, si se pone empeño, creativo.
Pasar a otro sitio, la oficina de un ex punkie que ahora coordina la vida productiva de veintitantas personas. Saber que siempre estaremos unidos a pesar de los extravios de esa VivaFamilia tan peculiar.
Una cena en la TJWC con gato incluído. Algo que te hace sentir que formas parte de algo más grande de lo que cuentas aquí. Y eso, a riesgo de sonar cursi, subraya la idea que los amigos son.

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