6 de agosto de 2007

warhola

Andy Warhol
1928-1987

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WARHOLA

Yep! Eso fue muy weird. Lo conocí en Nueva York, él se encontraba pasando revistas en la calle, me ofreció una (enero). La puso en mis manos, yo sólo acerté a pronunciar un seco "Gracias". Me aleje rápidamente, asustado camine varias calles abajo sin tener determinado el rumbo a seguir. Un resplandeciente aparador llamo mi atención, me detuve a contemplarlo: maniquíes de estilizada figura, cabezas de cerdo y ropa muy extraña conformaban el decorado. Estaba molesto y no sabía porque... Al sentir que me observaban, volteé y ahí estaba él; sonriendo vino hacia mí, me tomó del brazo diciendo que iba a ser mi guía por la urbe de acero. Ostia, no quiero admitirlo pero tuve miedo; sin embargo, no resistí y acepte la oferta. Abordamos un taxi ($7 with a tip) y con una enigmática mueca dijo "Conocerás el corazón de América".
Lo cumplió. En este eterno rodaje fuimos extras por unos cuantos dólares. Las luces brillantes de los anuncios de neón como fondo engañoso para una trampa tan divertida como mortal, una tentación con sabor a tantas cosas que es imposible tratar de describirla. New York City.—Los ghettos y el metro son para respirar miedo— murmuró monótamente mientras observaba a una vieja negra escarbando en los botes de la basura. Agregó asombrado un "...but she's only a negro bag lady!" cuando me vio darle un billete de cinco dólares a la anciana que se fue feliz, tarareando un old blues. Titubeante me confeso que la pobreza era una de las cosas que más temía en la vida para luego pasar a explicarme el rito americano de comprar y comprar. Lo que sea, por innecesario que sea. Termine con dos bolsas llenas de ropa, discos, chocolates, libros de moda y pornografía dura ($815). Más tarde, comimos un par de hot dogs en el puesto de Nathan ($5.50) mientras repasaba en el listín rojo los partys de esa noche.
NYC o el éxtasis del desenfreno nocturno. Recorrimos tantos bares que no supe en cual terminamos. Lo vi abrazado de un aspirante a pop star, fornido guaperas en alguna softcore movie de esas que se anuncian en el Village Voice. Are you gay? le pregunte momentos después y para mi sorpresa, tiró mi bebida y se quito la peluca mostrándome sus lágrimas de Halston (¿o eran de YSL?). Pasó al servicio de señoras, tragó un Obetrol y regreso más tranquilo. Me contó su vida y sus secretos: "I'm Marylin after a sex change" (Marruecos, $20.000). You're crazy, dije, y como respuesta obtuve un "Maybe". Volvió al baño en donde tomó fotos de un drag queen orinando y, al salir, comentó que aquel poseía los yarboclos más bolches que había visto en su vida. Potassa, creo, dijo que se llamaba. Por unos minutos, me dejo solo para ir a grabar los jadeos de equis pareja del jet set, que se besaba furiosamente en una de las esquinas del club. Oh gee, really, lo suyo siempre fue el morbo.
Más tarde se gasto otro rollo en una socialité noqueada por la droga y el alcohol. "Even stoned...", dijo con profunda admiración, "...she look so great". Aquello era el pandemonium, un caos en ropa de diseñador y una envolvente coreografía hedonista que nos hacía partícipes a todos. Risas y vueltas frenéticas de personal agitando poppers y bailando disco music mientras yo graffiteaba mi nombre en todos los espacios posibles. En el VIP Room, un puertorriqueño llamado David ofrecía combustible a los junkies de postín. Alguien me dice al oído: "Ese chico nunca fue un artista" y aprovecha el instante para lamer in a very sensual way mi oreja izquierda. Una tía entrada en años paga mis bebidas con su golden card, yo beso a una starlette que fracasó en su intento por llevarse a la cama al galán de moda. En las bocinas suena "I will Survive", ya de mañana, y mogollón de frío.
Domingo, estoy sentado en la última fila de la Catedral. Como siempre, al lado mío esta Adolfo. Fije mi vista en el altar y lo vi ahí, en la cruz. Desperté en ese momento y me escuche decir "Andy Warhol que estás en los cielos..."


*cuento publicado en Esto no es una salida. Postcards de ocio y odio (La espina dorsal, 1995)

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