22 de septiembre de 2007
lo de ayer
De marcha. De la inauguración de una expo colectiva al sexto aniversario de un radio show, de ir a un bar nuevo a caer en al sitio de los últimos meses. De los amigos de antaño que vuelven a estar presentes a los nuevos que revalidan el compromiso del good times (no importan los reclamos de esos que no entienden que la fiesta también es cultura y que debería tomarse como aspecto importante de nuestra vida cotidiana). De las listas de lo mejor y ese comportamiento que une desenfreno con desparpajo, de no beber a relajarse sin un asomo de inconsistencia, de reírse con ganas a perderse en un beso interminable que ocurre así de pronto. De saber que hay una decisión que tomar y que el tiempo no para (ni existe) y que todo es sensaciones. De reconocer que uno no debería hacerle daño a la gente que quiere y que el intentarlo a veces no es suficiente. De esas oportunidades perdidas y jamás recuperadas, de interpretar lo que uno escucha y distinguir los niveles de significación (todo comunica). De un psicoanálisis apurado que deviene en consejos que nadie atiende y las margaritas over the top que fulminan algo más que sueños, de las charlas con los amigos que ya están aburridos de todo y el enterarse de asuntos que mejor no convendría saber. De los flashazos de las cámaras digitales que captan nuestra preciosa/precisa decadencia y la música horrenda a la que nos sujeta la falsa nostalgia de otra gente, de los que se van y los que llegan justo con la madrugada está en su punto de mayor ebullición. De ver como todo se desmorona y alguien tendrá que recoger las minucias y miserias que dejamos. De volver a casa, dar un paso en falso, caminar bajo la lluvia de las 7am y sentir que esto podría/debería ser diferente.
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