13 de julio de 2007

JAM SAYS

Mi amigo Jam Albarracin (Ex Farmacia de guardia, periodista musical, conductor del show televisivo La Jam invasión en Murcia) me envía está crónica que escribió para el diario español La Verdad del show del Nortec en La Mar de Músicas (celebrado en Cartagena).


TIJUANA CLUB

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Concierto: Nortec Collective.
Formación: Fussible (Pepe Mogt), Bostich (Ramon Amescua), Panóptica (Roberto Mendoza), Clorofila (Jorge Verdín), Hiperboreal (PG Beas) y cuatro músicos invitados.
Lugar: Auditorio Parque Torres, 12 de julio.
Calificación: Interesante.

¿Puede la emoción anidar en una pista de baile? ¿Es posible secuenciar los sentimientos? ¿Se puede deconstruir la propia identidad, cuando ésta tiene una de sus bases en la confusión? Tendemos a imaginar Tijuana como un lugar peligroso, con prostitutas y narcos bigotudos, pero olvidamos que se trata de uno de los enclaves [la zona Tijuana – San Diego, misma área metropolitana] más fértiles, modernos y creativos del planeta. Un hervidero de actividad y contrastes extremos. Como la misma propuesta que el Colectivo Nortec presentó el jueves en La Mar de Músicas con resultado, me temo que no podía ser de otro modo, desigual.
Armados con seis Macintosh G3, algún modulador de sonido y la compañía de acordeonista, trompetista, saxofonista y guitarrista figurante, Nortec ofreció una muestra de esa identidad tecnológica que busca el amor entre rascacielos tras cruzarse, minutos antes, con sus abuelos campesinos montados en burro por calle sin asfaltar. De hecho los miembros del colectivo suelen contratar a músicos tradicionales de taberna y cumpleaños para grabar sus sonidos norteños y manipularlos después. Éstos suenan sampleados sobre sus bases electrónicas -o imitados por los músicos en escena-, como en el caso de la acertada “Don Loope”, pero también lo hace Calexico en la sugerente “Esa banda”, con la que abrieron el show, o los mismos Tigres del Norte. Todo reforzado por unas proyecciones visuales atractivas.
La propuesta es muy interesante, por tanto. Y ciertamente lograda cuando las proporciones del cóctel son apropiadas, que es lo que ocurre en los dos primeros tercios del concierto. Con momentos de alta inspiración, como “Bar Infierno” o la estupenda “Tengo la voz”, el momento álgido de una velada que justo a partir de ahí, vaya por Dios, juega a convertir el auditorio del Parque Torres en un club de hard-techno. Y, bueno, lo consiguen hasta cierto punto, pero a cambio de perder riqueza tímbrica, de sacrificar matices diferenciadores y de ofertar evidencia.

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Suben los beats, baja el encanto. Adiós al dub y la mextrónica, hola high-energy y techno-house. El caso es que ya bailábamos, no era necesario olvidar este lado de la frontera. Ni tampoco a Future Sound of London para entregarse al Joey Beltram más clubber, digamos. Pero es su propuesta y parece que al final quisieran que todo el mundo pida botellines de agua, en lugar de margaritas. Me parece menos excitante, pero bien. ¿Dónde es el after?, rezaba la pantalla tras su retirada.
En todo caso, la de Nortec Collective fue una velada interesante. Una de las que La Mar de Músicas ha programado para mostrar el lado más cosmopolita del moderno México. Y como tal mereció la pena. ¿Qué los metales podrían tener una presencia más significativa? Cierto. ¿Que con dos Mac hubiera sido suficiente? Supongo. ¿Qué el guitarrista hubiera dado igual que tocara desenchufado? OK, pero tenía una bonita sonrisa. Esto es espectáculo y los fundamentalismos tienen su lugar en el cubo de la basura. Otra de frijoles tecnológicos, pues.

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